Hay fotografías que estremecen y erizan los pelos. Documentos que quedarán para siempre. Esas fotografías que tienen la capacidad de hacernos viajar en el tiempo y transportarnos a un mundo donde nos cargamos con las emociones de aquel momento.
Es 23 de abril del año 2017 y estoy parado frente a esta fotografía en el Museo de Remanentes de la Guerra de Vietnam en Ho Chi Minh City. Ya he recorrido gran parte de las salas del museo y ahora estoy frente a este pedazo de historia que sólo había visto en documentales, periódicos y una que otra página de internet. Antes para mí era sólo una (tremenda) fotografía apreciada desde mi laptop; un gran trabajo periodístico/documental, pero ahora, parado frente a ella ya no es una foto sino un ventana abierta en el espacio-tiempo...
Estar acá es como una cruda clase historia, aunque más parece una clase de realidad y dolor, de lo que somos capaces los humanos y de nuestra huella y paso por este planeta. Estoy apunto de romper en llanto, pero se ahoga en el fondo de mi garganta. No es el llanto lo que quiere salir, sino una pena gigante... Los rostros de la gente a mi alrededor tampoco digamos que brillan de alegría.
Cada sala del museo que visito me arrebata la energía de una manera sorprendente. Nunca había estado en un museo de este tipo; las chaquetas de los soldados salpicadas con sangre, las armas, las bombas, los químicos, las fotos y videos de un país envuelto en llamas y entre todos esos recuerdos de nuestro legado como humanos; La Niña del Napalm corriendo por su vida, desnuda-muerta de miedo. Phan Thị Kim Phúc, hoy convertida en una activista Vietnamita-Canadiense, fue registrada en esta fotografía (ganadora de premio Pulitzer) aquel 8 de junio de 1972 por el lente del fotógrafo Nick Ut.
¿Qué ha cambiado desde entonces?
La respuesta al parecer es NADA. Estamos llenos de fotos y videos de niños, mujeres y hombres que han sido literalmente destruidos y masacrados por la guerra y la desigualdad. Todo es cada vez más gráfico y HD, y cada vez menos impactante. Y acá estoy yo; frente a esta fotografía en el 2017, que me lleva frente a la Niña del Napalm en 1972, que corre directo a mí y me atraviesa llorando despavorida, como atravesó todo este tiempo para quedar en la historia.
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