<<Tal vez ningún ser humano sea hoy un santo en lo absoluto; aunque he visto a dios caminando entre nosotros.>>
Me encontraba, hace una semana atrás, cubriendo unas historias en algunos lugares de Bolivia... Historias relacionadas con organizaciones internacionales que velan por el bienestar de los animales principalmente (muy muy en corto). Y como casi siempre ocurre (me siento un afortunado), tuve el privilegio de registrar este momento; que es una de esas instancias a las que denomino como mágicas y por las cuales me siento enormemente agradecido.
En un operativo veterinario de esterilización, esta mujer se tomó el trabajo y la consciencia de llevar a su amigo canino, sabiendo el sufrimiento que causa a los propios animales y vecinos, la proliferación de perros sin dueño en las calles. Perros que no tienen una fuente de alimento ni techo constante. Que no tienen los cuidados mínimos para tener al menos una vida que respete su dignidad como seres sintientes.
En fin... No tenía ánimo de extenderme mucho en esta fotografía, ya que es una de aquellas postales que de verdad habla por sí solas, pero bueno... quise complementar un poco el contexto, ya que muchas veces quienes más dan, son quienes menos tienen. Y me refiero no sólo a dar cosas materiales, sino a dar amor, consciencia, respecto, entrega, empatía... a veces simplemente compañía.
Me conmovió esta mujer de una humildad tremenda, tan comprometida con el bienestar de su perro... Caminó varios kilómetros de vuelta a casa, con su amigo en la carretilla, en las afueras de Tarija, Bolivia.
Por eso comparto esta foto hoy... Porque tal vez alguien vea una enseñanza similar a la que yo he podido recibir, y creo que siempre es bueno poder ayudar a que todos tengamos un mayor respeto por el otro, sea quien sea.
Muchas gracias por leerme.
Nos vemos en la próxima entrada.
Claudio